de 1807 a 1810

En 1807, después de los años transcurridos como alumna en el Monasterio de Mondaino, a la edad de 21 años Elisabetta pide entrar entre las Agustinas de Pietrarubbia sin interponer visitas en familia:

La elección de este Monasterio podría deberse a una cierta relajación de las costumbres de Mondaino, uno de los más ricos de la zona, tanto que entre los años 1782 y 1790 recibió algunas observaciones sobre el cumplimiento de las normas.

La hipótesis más aceptada parecería que la eleccioón de Pietrarubbia había sido determinada por el consejo de Don Vitale Corbucci, quien, durante muchos años, desde 1799 hasta 1842, fue su director espiritual y la siguió especialmente en los momentos importantes de su vida cuando ella tuvo que discernir y cumplir la voluntad de Dios .

Quizás también la presencia en Pietrarubbia de Sor Rosa Santinelli, su pariente (de parte de la madre) habría jugado un papel decisivo en orientarla hacia este monasterio agustino (cfr. Positio pag. 19).
Este lugar desde hacía tiempo era muy conocido por la familia de Madre de Elisabetta por que desde aquí los Boni de Urbino compraban el trigo para sus necesidades

Profundización
Madre Elisabetta encontró en Pietrarubbia una comunidad de dieciocho religiosas, de edad media de unos cuarenta años, de los cuales la más anciana contaba sesenta y cuatro.

Aquí la Renzi no tuvo tiempo de hacer el noviciado o la profesión, porque del libro de las profesiones de las monjas, que se detiene el 2 de febrero de 1808 no aparece, aunque esto no excluye que haya sido acogida como postulante y haya residido allí hasta la expulsión de las monjas el 25 de abril de 1810. Ni siquiera conocemos la fecha en la que Elisabetta llegó al monasterio, quizás antes del invierno de 1807 después de pocos meses de la solicitud de ingreso, o en la primavera siguiente, dado que en los meses de invierno estas zonas eran difícilmente transitables.

Madre Elisabetta floreció aquí en su relación con el Señor. Ella sintió inmediatamente toda la fuerza de una intensa vida de consagración al Señor, como aparece en la carta que escribió al padre, en la que manifiesta su decidida voluntad de entregarse únicamente a la gloria de Dios, en la casa de Dios.
Pasó allí momentos muy felices en unión con el Señor, deseando llenarse toda de Dios, para llevarlo a quien no lo conocía.
Precisamente entre estos muros el Señor la preparará para la misión apostólica a la que la habría llamado .

Durante dos o tres años, Elisabetta, dividiendo sus jornadas entre oración y trabajo, ha meditado y estudiado la S.Escritura, las reglas y escritos de San Agustín para poder aprender su espiritualidad y formarse como monja agustina .
Elisabetta hizo suya esta regla, tratando de hacerla vida; de ella encontramos referencias en las reglas escritas por ella misma para las Maestras Pías de la Dolorosa y en sus escritos.

En 1810, tras la supresión napoleónica de los conventos, Elisabetta tuvo que abandonar el monasterio junto con las otras monjas, viendo destruidas tantas esperanzas .